ZOOFILIA
La zoofilia (del griego zoon, "animal", y philia, "afinidad") es afinidad hacia los animales, que comúnmente se asocia o incluye una orientación sexual o una parafilia definida como atracción sexual que siente un humano en relación a animales no humanos. Las personas que sienten esta afinidad o atracción sexual son conocidas como zoófilos o zoofílicos. Los términos zoosexualidad y zoosexual hacen referencia a dicha tendencia sexual. Bestialismo o bestialidad hace referencia a la actividad sexual entre humanos y animales no humanos.
Para mayor claridad, en este artículo se utilizará el término zoofilia para la atracción sexual, y el término bestialismo para el acto sexual. Las dos tendencias son independientes: no todos los actos sexuales con animales implican a zoófilos, ni todos los zoófilos practican el sexo con animales.
La zoofilia es considerada en muchas ocasiones como antinatural, y el acto sexual con animales como un abuso de éstos o como un "crimen contra la naturaleza". Algunas personas, por ejemplo el filósofo y autor Peter Singer (involucrado en movimientos por los derechos de los animales), defienden que esto no es así. Aunque la investigación de la zoofilia se muestra optimista y apoya a los zoófilos en su mayor parte, la cultura general se muestra hostil al concepto de la sexualidad animal-humana.
La actividad o el deseo sexual zoófilo no es considerado como patología por el DSM-IV (TR) (cuarto manual diagnóstico y estadístico de la American Psychiatric Association, asociación americana de psiquiatría), a no ser que vaya acompañado de angustia o que interfiera en el funcionamiento normal de la persona en cuestión. Críticos alegan que dichos comentarios en el DSM-IV no dicen nada sobre la salud mental y física del animal que tome parte en actos sexuales con personas; sin embargo, defensores de este tratado sostienen que la relación entre un humano y un animal puede ir más allá del mero acto sexual, que los animales son capaces de formar una relación amorosa duradera con otro animal o con un humano, y que tal relación no es funcionalmente diferente de ninguna otra relación sexual o amorosa.
TERMINOLOGÍA:
Para mayor claridad, en este artículo se utilizará el término zoofilia para la atracción sexual, y el término bestialismo para el acto sexual. Las dos tendencias son independientes: no todos los actos sexuales con animales implican a zoófilos, ni todos los zoófilos practican el sexo con animales.
La zoofilia es considerada en muchas ocasiones como antinatural, y el acto sexual con animales como un abuso de éstos o como un "crimen contra la naturaleza". Algunas personas, por ejemplo el filósofo y autor Peter Singer (involucrado en movimientos por los derechos de los animales), defienden que esto no es así. Aunque la investigación de la zoofilia se muestra optimista y apoya a los zoófilos en su mayor parte, la cultura general se muestra hostil al concepto de la sexualidad animal-humana.
La actividad o el deseo sexual zoófilo no es considerado como patología por el DSM-IV (TR) (cuarto manual diagnóstico y estadístico de la American Psychiatric Association, asociación americana de psiquiatría), a no ser que vaya acompañado de angustia o que interfiera en el funcionamiento normal de la persona en cuestión. Críticos alegan que dichos comentarios en el DSM-IV no dicen nada sobre la salud mental y física del animal que tome parte en actos sexuales con personas; sin embargo, defensores de este tratado sostienen que la relación entre un humano y un animal puede ir más allá del mero acto sexual, que los animales son capaces de formar una relación amorosa duradera con otro animal o con un humano, y que tal relación no es funcionalmente diferente de ninguna otra relación sexual o amorosa.
TERMINOLOGÍA:
El término "zoofilia" fue introducido por primera vez en el estudio de la sexualidad por Krafft-Ebing (1894). Los términos zoosexualidad y zoosexual se utilizan desde 1980 aproximadamente, en correlación con las orientaciones sexuales homosexualidad y heterosexualidad. Personas con una fuerte afinidad por los animales pero sin un interés sexual por ellos pueden ser considerados como zoófilos sin deseo sexual, aunque en muchos casos puede que no estén de acuerdo en ser llamados así.
El ambiguo término sodomía ha sido utilizado en algunas ocasiones en un contexto legal para referirse a actos bestialistas. En pornografía, aquel material con prácticas sexuales entre humanos y animales lleva el nombre de zoofilia o bestialismo, nombre extraído de dichas tendencias.
Entre la comunidad zoófila, el término "bestialismo" ha adquirido una connotación negativa, dando a entender un impetuoso deseo sexual sin interés por los derechos de los animales. Esto ha llevado a algunos zoófilos a querer distinguir entre la zoofilia (una entera relación de mutuo amor) y el simple acto sexual o bestialismo. Otros se definen a sí mismos como zoófilos y como bestialistas.
FRECUENCIAS DE TENDENCIAS ZOOFILIA:
No se sabe con exactitud la frecuencia con la que ocurren sentimientos de atracción sexual hacia animales; primero, debido a que sentimientos de este tipo, sin un comportamiento externo, no pueden ser registrados con facilidad; segundo, debido a la imprecisa diferencia entre un comportamiento zoófilo y uno de cariño corriente hacia la mascota; y tercero, debido también a la contención por parte de muchas personas de ligeros sentimiento zoófilos. Por ello, la mayoría de las investigaciones se centran más en las características propias de la zoofilia, y no en cuantificar los casos en los que ocurre.
Encuestas científicas y otras informales estiman que un 1-2% o incluso hasta un 8-10% de la población sexualmente activa ha tenido alguna experiencia sexual destacable con un animal alguna vez en su vida. Un mayor número de personas (entre un 10% y un 30% dependiendo de la zona) han tenido alguna fantasía sexual o experiencia corta de este tipo. El porcentaje sube hasta un 50% al preguntar a jóvenes de zonas rurales cercanos a granjas, sin embargo estas cifras son dudosas. Como anécdota, My Secret Garden (1973), libro de sexualidad femenina de la autora Nancy Friday, contiene la contribución de unas 180 mujeres; de éstas, un 10% afirmaron tener un serio interés o una participación activa en la zoofilia.
Gente que no desea tener experiencias bestialistas en la vida real a veces tienen fantasías sexuales sobre actos de este tipo, por simple curiosidad o imaginación. Las tendencias zoófilas latentes pueden ser comunes; un frecuente interés y excitación sexual en ver a animales copulando es una prueba de ello según Massen (1994).
Encuestas científicas y otras informales estiman que un 1-2% o incluso hasta un 8-10% de la población sexualmente activa ha tenido alguna experiencia sexual destacable con un animal alguna vez en su vida. Un mayor número de personas (entre un 10% y un 30% dependiendo de la zona) han tenido alguna fantasía sexual o experiencia corta de este tipo. El porcentaje sube hasta un 50% al preguntar a jóvenes de zonas rurales cercanos a granjas, sin embargo estas cifras son dudosas. Como anécdota, My Secret Garden (1973), libro de sexualidad femenina de la autora Nancy Friday, contiene la contribución de unas 180 mujeres; de éstas, un 10% afirmaron tener un serio interés o una participación activa en la zoofilia.
Gente que no desea tener experiencias bestialistas en la vida real a veces tienen fantasías sexuales sobre actos de este tipo, por simple curiosidad o imaginación. Las tendencias zoófilas latentes pueden ser comunes; un frecuente interés y excitación sexual en ver a animales copulando es una prueba de ello según Massen (1994).
ZOOFÍLICOS:
*La zoofilia como forma de vida
En contraposición con aquellos que sólo buscan pornografía o sienten curiosidad por la zoofilia, están aquellos que la consideran una forma de vida u orientación sexual. La edad en la que ocurre esto según estadísticas es generalmente a los 9-11 años, durante la pubertad. Aquellos que despiertan un gran interés por la zoofilia a edades menos tempranas normalmente se remiten también a la pubertad o a antes.
Los zoófilos tienden a ver menos diferencias entre los animales y los humanos que el resto de la gente, e incluso en muchas ocasiones ven en los animales algunas virtudes de las cuales los humanos carecen (por ejemplo, honestidad). Tienden a pensar que la sociedad humana no comprende el bestialismo y que está mal informada sobre ella. Aunque algunos se sienten culpables por sentir atracción sexual hacia los animales, otros no se ven influenciados en su vida privada por morales ajenas.
La mayor dificultad que encuentran muchos zoófilos es la incapacidad de poder hablar libremente con amigos, familiares o conocidos sobre sus relaciones con animales, y el miedo a ser rechazados, agredidos, o a que hagan daño a sus compañeros sentimentales si se llegara a saber su condición. Otros problemas comunes son extrema soledad (por la imposibilidad de dar a conocer su condición o por creer que son los únicos), y las repetidas muertes de los animales a quienes consideran compañeros del alma (debido a que la mayoría de animales tienen un periodo de vida menor que el de un humano, y a que no pueden expresar sus sentimientos de pérdida con nadie). Los zoofílicos no citan a creencias religiosas como mayor preocupación, quizá porque, aunque muchas religiones condenan la zoofilia, ésta no es un tema del que se hable con frecuencia.
Las relaciones sexuales zoófilas varían según la persona o el momento, y pueden estar basadas en relaciones similares a las parejas entre humanos (en particular, parejas monógamas), en relaciones amorosas entre animales (ambos participantes hacen sus elecciones en cuanto a pareja sexual se refiere, y el humano permanece como protector), y en variaciones de las mismas.
Los zoófilos pueden tener o pueden no tener pareja humana o familia. Algunos zoófilos sienten atracción hacia los animales como segunda opción, después de la atracción hacia humanos. Otros zoófilos sienten lo contrario. En algunos casos la familia y los amigos son conscientes de las relaciones que mantiene un zoófilo; en otros casos, no. Esto puede llevar a sentimientos de culpa (es decir, el zoófilo no consigue decidir a cuál de sus múltiples relaciones será fiel) o celos entre los amantes humanos. A veces los zoófilos inician relaciones humanas para evitar sospechas sobre su orientación, o a causa de querer cumplir expectativas más tradicionales. Otros eligen formar relaciones menos serias con otras personas (como compañeros de piso o relaciones con otros zoófilos) o vivir solos.
*La zoofilia no bestialista:
Los zoófilos tienden a ver menos diferencias entre los animales y los humanos que el resto de la gente, e incluso en muchas ocasiones ven en los animales algunas virtudes de las cuales los humanos carecen (por ejemplo, honestidad). Tienden a pensar que la sociedad humana no comprende el bestialismo y que está mal informada sobre ella. Aunque algunos se sienten culpables por sentir atracción sexual hacia los animales, otros no se ven influenciados en su vida privada por morales ajenas.
La mayor dificultad que encuentran muchos zoófilos es la incapacidad de poder hablar libremente con amigos, familiares o conocidos sobre sus relaciones con animales, y el miedo a ser rechazados, agredidos, o a que hagan daño a sus compañeros sentimentales si se llegara a saber su condición. Otros problemas comunes son extrema soledad (por la imposibilidad de dar a conocer su condición o por creer que son los únicos), y las repetidas muertes de los animales a quienes consideran compañeros del alma (debido a que la mayoría de animales tienen un periodo de vida menor que el de un humano, y a que no pueden expresar sus sentimientos de pérdida con nadie). Los zoofílicos no citan a creencias religiosas como mayor preocupación, quizá porque, aunque muchas religiones condenan la zoofilia, ésta no es un tema del que se hable con frecuencia.
Las relaciones sexuales zoófilas varían según la persona o el momento, y pueden estar basadas en relaciones similares a las parejas entre humanos (en particular, parejas monógamas), en relaciones amorosas entre animales (ambos participantes hacen sus elecciones en cuanto a pareja sexual se refiere, y el humano permanece como protector), y en variaciones de las mismas.
Los zoófilos pueden tener o pueden no tener pareja humana o familia. Algunos zoófilos sienten atracción hacia los animales como segunda opción, después de la atracción hacia humanos. Otros zoófilos sienten lo contrario. En algunos casos la familia y los amigos son conscientes de las relaciones que mantiene un zoófilo; en otros casos, no. Esto puede llevar a sentimientos de culpa (es decir, el zoófilo no consigue decidir a cuál de sus múltiples relaciones será fiel) o celos entre los amantes humanos. A veces los zoófilos inician relaciones humanas para evitar sospechas sobre su orientación, o a causa de querer cumplir expectativas más tradicionales. Otros eligen formar relaciones menos serias con otras personas (como compañeros de piso o relaciones con otros zoófilos) o vivir solos.
*La zoofilia no bestialista:
Aunque el término zoofilia se asocia regularmente con el interés sexual por los animales, éste no implica deseo sexual en todos los casos. En psicología y sociología en ocasiones se utiliza la palabra "zoofilia" en un sentido no sexual. Varias otras definiciones del término aparte de la dicha anteriormente son:
"Afinidad o afección por los animales."
"Atracción erótica hacia los animales o contacto sexual con éstos."
"Atracción hacia los animales o afinidad por éstos."
"Fijación erótica en los animales que puede llevar a la excitación sexual por el contacto real o imaginario con éstos."
La característica común de los diferentes casos y definiciones de la zoofilia es alguna forma de enlace afectivo fuera de lo común con los animales; emocional, sexual, o ambas cosas. La zoofilia no bestialista o amor (no sexual) por los animales es normalmente tolerada y aceptada por la sociedad.
"Afinidad o afección por los animales."
"Atracción erótica hacia los animales o contacto sexual con éstos."
"Atracción hacia los animales o afinidad por éstos."
"Fijación erótica en los animales que puede llevar a la excitación sexual por el contacto real o imaginario con éstos."
La característica común de los diferentes casos y definiciones de la zoofilia es alguna forma de enlace afectivo fuera de lo común con los animales; emocional, sexual, o ambas cosas. La zoofilia no bestialista o amor (no sexual) por los animales es normalmente tolerada y aceptada por la sociedad.
*Los zoófilos en relación a otros grupos
A los zoófilos muchas veces se les confunde con los "furries" en sociedades donde dicha subcultura existe. Los furries son gente con un interés por el arte antropomórfica animal. Sería falso afirmar que todos los furries sienten deseo sexual por los animales. Muchos furries aprecian la compañía de animales y gustan de poseer arte erótica animal-antropomórfica, sin embargo la mayoría no desean extender su interés por los animales hacia el campo de la sexualidad. Existe, no obstante, un reducido grupo de furries que también se consideran zoófilos; que se estima en un 5% del total (porcentaje similar al de la población zoófila entre el resto de la gente). Formas de fetichismo tales como llevar disfraces de animales u otras tendencias no suelen tener relación directa con la zoofilia.
La zoofilia no está relacionada con la caracterización animal de juegos y fantasías sexuales, donde una persona toma el rol de perro, caballo u otro animal mientras el compañero actúa de jinete, entrenador, criador o montador. Estas actividades son juegos de rol sexuales, y no tienen conexión implícita ni están asociados con la zoofilia. En vez de con la zoofilia, normalmente se asocian con prácticas sexuales de dominación y sumisión, como en el sadomasoquismo. La actividad bestialista no pertenece a este grupo de actividades, normalmente sería considerada como actividad extremadamente extravagante en caso de que los participantes de este tipo de prácticas sumisivas llegaran a ponerla en práctica
La zoofilia no está relacionada con la caracterización animal de juegos y fantasías sexuales, donde una persona toma el rol de perro, caballo u otro animal mientras el compañero actúa de jinete, entrenador, criador o montador. Estas actividades son juegos de rol sexuales, y no tienen conexión implícita ni están asociados con la zoofilia. En vez de con la zoofilia, normalmente se asocian con prácticas sexuales de dominación y sumisión, como en el sadomasoquismo. La actividad bestialista no pertenece a este grupo de actividades, normalmente sería considerada como actividad extremadamente extravagante en caso de que los participantes de este tipo de prácticas sumisivas llegaran a ponerla en práctica
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